viernes, 23 de febrero de 2018

Vosotros con gritos, nosotros en silencio

Eso es lo que está pasando con Occidente (EEUU y sus vasallos europeos) y Rusia. Mientras lo primeros gritan y gritan contra Rusia, y van más allá intentando provocar enfrentamientos bélicos directos e indirectos en Siria, los segundos están avanzando sigilosamente tanto en cuestiones militares -desplegando sus mejores aviones de combate en Siria- como económicamente.

Hoy Rusia se ha colocado como el quinto país del mundo en reservas de oro, por encima de China y ya amenazando a Francia e Italia. Los rusos están encantados con las sanciones que se les impuso en el año 2014 tras la anexión de Crimea -después de un referéndum de autodeterminación de sus habitantes- y del inicio de la guerra en el Donbás tras la decisión de Donetsk y Luganks de no aceptar el gobierno nazi de Ucrania. El año pasado han añadido a su reserva básica de oro ni más ni menos que 227 toneladas, muy por encima de China y de ahí que haya sobrepasado a este país.

Desde entonces se han colocado como los principales productores del mundo de trigo, por ejemplo, han hundido prácticamente el comercio exterior de Noruega con el salmón -que no tiene donde exportar puesto que en un 70% iba para Rusia y China, y los chinos hicieron lo propio tras la concesión del Nobel de Literatura a Li Xiabo en 2010- y los alemanes se están tirando de  los pelos porque se han convertido en el país europeo más afectado por las sanciones impuestas y por las contrasanciones de respuesta de Rusia, como se puede ver en este gráfico del empresariado alemán que recoge las pérdidas mensuales de todos los países que se han sumado a las sanciones contra Rusia.



Las pérdidas de Alemania suponen el 40% del total de las de los países que impusieron las sanciones a Rusia. Es un buen negocio, no cabe duda. Y ya que a los propagandistas habituales les gustan tanto los eufemismos y la neolengua, esto no es otra cosa que "fuego amigo" porque las pérdidas de EEUU son casi ridículas comparadas con las alemanas.

Se estima en unos 114.000 los millones de euros perdidos por ambas partes, Occidente y Rusia, de los que ni más ni menos que 70.000 millones son los que ha perdido Occidente y el resto, esos 44.000 millones, Rusia. Negocio redondo para los occidentales y buena forma de sancionarse a sí mismos.

Con el tema del oro, las cifras que se conocen son las que reconoce el Kremlin de forma oficial, pero extraoficial se estima en que están muy por encima, casi en el doble. Lo que empezó en 2009 como un estruendo es ahora un rugido ensordecedor y la estabilidad del dólar está cada vez más en entredicho. El hecho de que China haya abierto su propia bolsa de petróleo, que China y Rusia comercien en sus propias monedas en porcentajes aún pequeños, pero que se incrementan año tras año y que lo mismo comiencen a hacer otros países es algo que no se había visto hasta ahora. Es una tendencia que no muestra signos de desaceleración sino todo lo contrario y esta es la gran amenaza para Occidente.

Supongo que no hace falta recordar que cuando se impusieron las sanciones contra Rusia, en 2014, los propagandistas habituales y quienes van de expertos predijeron la bancarrota de Rusia. Pues bien, tras el anuncio de que Rusia ha superado a China en cuanto a reservas de oro parece que todo el mundo está comenzando a darse cuenta de muchas cosas. Tan es así que ya se reconoce abiertamente que Rusia recuperará, y sobrepasará, los 500.000 millones de dólares que tenían sus reservas antes de la imposición de las sanciones en 2014. A partir de aquí, el crecimiento de Rusia será espectacular en ese sentido.

Solo que hay una diferencia entre entonces y ahora: el oro. En este tiempo Rusia ha acumulado 596 toneladas de oro, lo que hace mucho menos vulnerable su economía a cualquier tipo de sanciones.

A ello hay que añadir la decisión de adoptar criptomonedas para evitar la táctica occidental de bloquear grandes segmentos del comercio exterior de los diferentes países del mundo con la ayuda de sus sanciones y para intentar mantener su hegemonía mundial, una hegemonía que se les escapa como el agua entre los dedos de las manos.

Y hablando de ciptomonedas, hay que alabar la medida adoptada por Venezuela de poner en funcionamiento el petro, cuyo primer inicio ha sido espectacular al conseguir casi mil millones de dólares de transacciones en un par de días.

No es la primera vez que se hace en América Latina algo similar. Ya en 2009 de hizo con el Sistema Unificado de Asentamientos Regionales, y varios países como Cuba y Nicaragua, realizaron transacciones en esa moneda colectiva. Pero la iniciativa decayó tras la muerte de Chávez.

El petro es una buena idea, pero tiene que trascender de Venezuela e incardinarse en los países de la Alianza Bolivariana conocida como ALBA.

En EEUU el pánico comienza a hacerse visible -y de ahí las amenazas tanto contra Rusia como contra Venezuela- y el pasado 19 de enero un comité del Senado de EEUU comenzó a estudiar la posibilidad de que el Tesoro de EEUU "use todos los instrumentos de que disponga" para combatir el uso de criptomonedas. A poco que el petro venezolano reciba el apoyo de Rusia y de China, se consolidará y abrirá una posibilidad inédita para otros países de enfrentar las sanciones occidentales siempre y cuando queden excluidas de la lista de monedas a utilizar en estas transacciones el dólar, el euro, la libra esterlina y el yen. Si se siguen utilizando servirá de poco el esfuerzo, más allá de parar el primer golpe de las sanciones.


El Lince

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